martes, 10 de noviembre de 2009
Joven india de Humahuaca jujuy
PUEBLO “OMAGUACAS”
UBICACIÓN: provincia de Jujuy, en las tierras que conocemos por Quebrada de Humahuaca, fue el territorio de los Indios Omaguacas, que se constituyó en el antiguo paso entre las mesetas altoperuanas y los valles del sur.
La región está atravesada por el Río Grande, que da fecundidad al terreno. Las características geográficas difieren de sur a norte; el sur tiene un clima subtropical con buen régimen de lluvias y vegetación, en tanto que el norte es de gran sequedad y con características similares a la Puna.
Los Omaguacas, que significa "cabeza de toro", componían un conjunto de parcialidades entre los que se contaban los Punamarcas, Tilcara, Tumbaya, Maimará, Jujuy, Puquilé, Ocloya, y otros.
ASPECTO FÍSICO: la estatura promedio de estos hombres: 1,58. Vestían manta y camiseta, llamada "uncu" de lana. Ponchos, mantas y cinturones también eran comunes, confeccionadas en lana de vicuña o llama, teñidos con vivos colores y decorados con dibujos geométricos. Calzaban ojotas, hechas con cuero crudo de llama, la que ataban al pie con tientos del mismo material.
Los brazaletes, anillos, pectorales, pendientes, collares y discos hechos en metal o en malaquita y lapislázuli fueron sus adornos.
VIVIENDA: Sus casas eran de piedra, con techos de barro y paja a una sola agua. No poseían ventanas y tenían una sola entrada estrecha. Se han encontrado casas aisladas cercanas a los cultivos, pero lo común eran los poblados compuestos por cientos de casas rectangulares.
Los omaguacas se han destacado por sus construcciones de tipo militar, con recintos fortificados llamados "pucará", tras sus muros de pirca defendieron su tierra de los españoles.
USOS Y COSTUMBRES: Tenían gran afinidad con los Diaguito-Calchaquíes y los Capayanes, pero no compartían su lengua. La cerámica negro-gris, los enterramientos de niños en urnas y la alfarería con gran influencia incaica es la nota distintiva de las culturas del noroeste argentino. Si bien no fueron grandes ceramistas, fabricaban vasijas y cántaros de forma globular, vasos timbales, con reminiscencias de la cultura de Tihuanaco, con profusa decoración geométrica.
Hábiles metalúrgicos, trabajaron el cobre, el estaño, la plata y el oro. Armas, instrumentos para la vida cotidiana y adornos , fueron encontrados en el pucará de Volcán, Ciénaga Grande, Tilcara, Humahuaca, etc. Cazaban el guanaco , el avestruz y la llama, de los que se obtenía carne, leche, lana, hueso y cuero, animal que además servía para la carga.
ORGANIZACIÓN SOCIAL: El cacique además de ser el jefe político - militar, también tenía carácter religioso. Se lo llamaba "guaca", con residencia en Humahuaca. Entre los caciques se destacó "Viltipoco", que guió la lucha de sus connaturales para impedir la fundación española en la región. Su estratégica ubicación produjo un notable intercambio y comunicación entre el imperio Inca y las parcialidades indígenas de la Puna.
Ocuparon la parte norte del noroeste argentino, tenían como autoridad a un único cacique.Algunos grupos pertenecientes a los Omaguacas fueron: los Ocloya, Purmamarca, Fiscara y Jujuy.
Fueron excepcionales ingenieros: en Alfarcito puede verse la técnica avanzadísima de cultivo en andenes con sus correspondiente sistema de irrigación.
Fieros guerreros: sus viviendas eran de piedra y estaban muy bien organizadas con sistemas de pasillos, al igual que los capayanes y cacanos, construyeron pucarás para la defensa. Se dice que los Omaguacas eran tan bravos que sus enemigos les tenían pánico, ya que estos guerreros, cortaban las cabezas de sus enemigos y las colocaban como adorno y advertencia.
CULTIVOS: Fueron un pueblo esencialmente agricultor, cultivaban una gran variedad de vegetales en la Quebrada, entre las que se cuentan el maíz, la papa, la quinoa, y recolectaban la algarroba. Guardaban la cosecha en "silos de piedra", molían los granos en morteros y trabajaban la tierra con palas de madera, Al igual que el resto de los pueblos andinos, los omaguacas basaban su economía en la agricultura, para ello idearon geniales sistemas de andenes con irrigación artificial, recostados en las laderas de las coloridas montañas y cerros humahuaqueños.
Preparaban la tierra para el cultivo con palas hechas de madera dura o de piedra. Luego, con una maza, rompían los terrones que quedaban. Luego de preparada la tierra, ponían semillas de maíz, papa o quinoa. Esta alimentación vegetariana se complementaba con la caza del guanaco, suri (ñandú) y algunas aves. Los productos de sus cultivos, esperaban ser comidos en depósitos subterráneos.
India Mataca Norteña del Pilcomayo
Historia de los Indios Matacos
La provincia de Formosa fue habitada, sobre todo, por tres grandes grupos de aborígenes que vivían en distintas regiones. Ellos eran los tobas, los matacos y los pilagás.
Estos grupos arribaron al territorio después de verse obligados a emigrar de la selva boliviano-paraguaya. Huían de las tribus cuya ferocidad atentaba contra la seguridad de sus vidas.
Las tribus chaqueñas que habitaban este suelo eran de distinto origen lingüístico y practicaban una economía cazadora y recolectora. Se distinguían los guerreros abipones y los canoeros payaguás, a orillas de los grandes ríos; hacia el interior estaban los guerreros matacos y hacia el oeste los chiriguanos.
Existían, además, comunidades de mocovíes cerca de los abipones y chulupíes junto a los chiriguanos. Con la palabra guaraní guaicurú se designó a tobas y pilagás, con mataco-mataguayos, a los que ocupaban el oeste. Los guaycurúes y los mataco-mataguayos se parecían culturalmente, por lo que se los denominaba "chaquenses típicos". Se hallaban organizados en grupos y su vida se desarrolla aún hoy en un ambiente de trabajo primario. Dedican su vida a la confección de trabajos en maderas, tallas, mates, ceniceros, artículos de totora, paja y palma, a la construcción de sillas, canastos, sombreros y balsas. Los cestos que confeccionan sirven para guardar granos, los decoran con guardas y hacen además jarrones y tinajas. Cada grupo posee sus costumbres, lengua y vestimenta propias. La presencia de los indios matacos fue muy importante y aguerrida en la zona de los primeros asentamientos estables, sobre todo en el centro de la provincia.
Eran básicamente pescadores y recolectores, pero también practicaban la caza y la agricultura como actividades secundarias. Habitaban las regiones aledañas a los ríos Pilcomayo, Bermejo y Teuco. La pesca la realizaba con arpónes de unos cuatro metros de largo. Vivían en chozas de ramas y paja, sin puertas ni muebles, y se vestían con pieles de venado. Transcurrida la segunda mitad del siglo XIX, los distintos grupos aborígenes asentados en las márgenes del río tomaron contacto con el primer blanco que se apostó en la región: el dueño de la primera compañía a vapor del Bermejo, Natalio Roldán. La desconfianza inicial que le tuvieron fue vencida en poco tiempo por el buen trato y, pronto, casi dos mil de ellos comenzaron a trabajar en las obras emprendidas.
La ciudad de Formosa fue fundada el 8 de Abril de 1879 por el comandante Luis Jorge Fontana.
El 1º de octubre de 1884, por la ley Nº 1532, se erigió en Gobernación Nacional. Su primer gobernador fue el cnel. Ignacio Fotheringham. Formosa fue declarada provincia de la República Argentina recién el 30 de Junio de 1955 y su primer gobernador constitucional fue el dr. Luis Gutnisky.
La política nacional hacia los indígenas se completó con las misiones religiosas. Luego de realizar un vasto reconocimiento de distintas zonas del Noreste y, tras largas gestiones, en el año 1899 surgió la Misión de San Francisco Solano de Tacaaglé sobre el río Pilcomayo. Su fundador fue el padre Terencio Marcucci, quien recibió 20.000 hectáreas de laboreo para los indios tobas.
En líneas generales, el funcionamiento de la misión seguía el modelo de las misiones jesuíticas instaladas hasta el siglo XVIII. La misión compraba toda la producción a cada familia productora con un precio uniforme y luego la colocaba en la plaza de Formosa.
En plena conquista, sin embargo, el contacto entre misioneros y aborígenes conoció momentos muy difíciles, cuando la exploración del Bermejo implicó la muerte de misioneros jesuitas, como el padre Gaspar Osorio y el padre Ripari, sacrificados en 1639. Años después, corrieron la misma suerte el padre Salinas y Pedro Ortiz de Zárate. El martirio de algunos abrió camino para el trabajo abnegado de otros, que en oleadas sucesivas y con suerte desigual fueron llegando a estas tierras.
El sacerdote Franciscano Roque Chielli dedicó los mejores años de su vida a ayudar a los chiriguanos y sus primeros años de trabajo transcurrieron en la misión La Loma de El Tabacal hasta que, en 1970, un acontecimiento imprevisto sacudió su pacífica existencia: llegó la orden de desalojar de inmediato.
La catequesis de los franciscanos entre los aborígenes se distinguió por un gran respeto a su lengua y sus costumbres.
Viejo Toba chaqueño del Pilcomayo
Viejo Toba chaqueño del Pilcomayo
Indios Toba
A la llegada de los españoles en el siglo XVI, habitaban principalmente las regiones del Chaco actualmente salteño y tarijeño y desde allí se extendían (imbrincándose con otras etnias) a lo largo del río Bermejo y en menor medida del río Pilcomayo. El mayor crecimiento demográfico de los wichí hizo que estos ejercieran mayor presión demográfica para obligarles a un desplazamiento hacia el este, territorios en los que hoy mayoritariamente habitan.Hasta el siglo XIX eran un pueblo predominantemente cazador-recolector seminómade que marchaba en pos de sus recursos alimentarios y existía entre ellos una fuerte división sexual del trabajo: los varones desde muy temprana edad se dedicaban a la caza y a la pesca y las mujeres a la recolección y a una incipiente agricultura hortícola en gran medida influida por aportes ándidos y amazónidos. De este modo, en pequeñas parcelas cultivaban nachitek (zapallos), oltañi (maíz), avagha (porotos), batatas, mandioca, etc. Sin embargo tales cultivos eran sólo complementarios para su dieta y no llegaban a tener excedentes como para la acumulación de alimentos de origen agrícola. Existe una explicación ecológica para este aparente atraso: el clima y la edafología de su territorio no permitían suficientes rindes para sus producciones agrícolas, mientras que el territorio chaqueño en estado salvaje les resultaba una gran fuente de recursos alimenticios, en especial de proteínas de primera calidad. Los qom cazaban principalmente tapires, pecaríes, ciervos, guanacos y gran cantidad de aves. Como complemento solían recolectar miel y gran cantidad de frutos, frutas del bosque y raíces silvestres.La presencia de los españoles significó una gran revolución para ellos: por una parte se encontraron con un nuevo y poderoso enemigo, por el otro los españoles involuntariamente hicieron un gran aporte a su cultura: en el siglo XVII los tobas comenzaron a utilizar el caballo y pronto devinieron en un poderoso complejo ecuestre en el centro y sur del Gran Chaco (Chaco Gualamba). Se volvieron hábiles jinetes pese a que su territorio estaba en gran parte cubierto de bosques y selvas (al andar a caballo bajo los árboles solían llevar sobre sus cabezas un cuero hábilmente sujetado a su cuerpo, para prevenirse de las espinas de los árboles y de los ataques de los pumas y yaguares que sorpresivamente les podían saltar desde las ramas).
Con la adopción de la equitación pudieron extender sus correrías, transformándose en la etnia dominante del Chaco Central (aprovechaban los plenilunios para cruzar con sus caballos el río Paraguay y asaltar las poblaciones cercanas a la orilla izquierda de dicho río, actualmente en la nación homónima). También el dominio del caballo les permitió avanzar hacia el Chaco Austral e incluso realizar incursiones relámpago en las zonas correspondientes al noroeste de la región pampeana. Desde sus caballos, armados con arco y flecha cazaban no sólo animales autóctonos sino el ganado vacuno de origen europeo.
Los tobas resultaron ser una de las etnias que mayor resistencia opusieron al intento de transculturación y usurpación del hombre blanco en la región chaqueña, llegando en 1858 a amenazar la ciudad de Santa Fe, pero desde 1880 no pudieron afrontar las campañas del Ejército Argentino que les arrinconó en el Chaco Impenetrable
En 1919 la última resistencia bélica de los qom fue abatida en Napalpí, en la provincia del Chaco, en donde 200 de ellos fueron masacrados en el hecho conocido como Masacre de Napalpí. Muchos fueron obligados a trabajar en las plantaciones de algodón o como hacheros en los obrajes.
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